lunes, 26 de mayo de 2008

El peligro del agua contaminada con arsénico

El acceso a una fuente de agua segura para uso doméstico es una prioridad en todos los países y para toda la población. Sin embargo, más de un millón de personas están expuestas a la contaminación por arsénico en nuestro país, según un informe de 2007.

El arsénico se encuentra en la atmósfera, en el suelo, en rocas, organismos y aguas naturales. El agua destinada al consumo humano es el reservorio que mayor riesgo representa para la salud. Este elemento actúa como un tóxico de acción lenta pero continua. Se acumula en el organismo de forma irreversible a través de los años y puede producir graves alteraciones, como por ejemplo la formación de tumores malignos cutáneos y, en algunos casos, en órganos internos, entre otras manifestaciones.

Esta enfermedad se denomina hidroarsenicismo crónico regional endémico (Hacre) y afecta a las personas que viven en áreas donde la contaminación es alta y beben el agua durante muchos años.

Según un relevamiento realizado en 2007, más de un millón de personas están expuestas a la contaminación por arsénico en la Argentina, resultando Chaco, Salta, Santiago del Estero, San Luis, San Juan, La Rioja, Santa Fe, Tucumán, Córdoba, la Pampa, Buenos Aires y Río Negro las provincias más afectadas. En el área endémica y en el resto del país fueron registrados valores que superan el propuesto por el Código Alimentario Argentino y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que fijan el límite de arsénico aceptable en el agua bebible en 0,01 mg/l.


Control del agua

La Sociedad Argentina de Dermatología señala que "el control del agua es la llave para la erradicación del Hacre. El mejor tratamiento es la prevención que se procura al evitar la progresión de la enfermedad y la aparición de nuevos casos".

Para ello, opinó, "se requiere de la participación de los organismos nacionales encargados del medio ambiente y la salud pública, como así también de la Sociedad Argentina de Dermatología, el Conicet, las Comisiones de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires (CIC), universidades nacionales y privadas y diversos profesionales que aporten sus conocimientos", concluyó el Dr. Esteban Saraceno, coordinador de la campaña.

Cabe mencionar que, en el último siglo, la población del planeta se ha triplicado, mientras que el consumo de agua dulce se ha sextuplicado, por lo que la escasez de agua potable ya comienza a ser un tema de preocupación mundial.

Su contaminación gradual y un uso poco eficiente son fundamentos más que suficientes como para pensar en una planificación integrada de los recursos hídricos, los cuales deberán satisfacer la demanda de la población, tanto en la actualidad como en el futuro.

Agua segura

Esta situación -tan real como actual- hace que aquellos dedicados a la temática hidrológica se preocupen por investigar y evaluar diferentes aspectos, como la calidad de los recursos hídricos superficiales y subterráneos en la región de influencia donde desarrollan sus funciones.

Por su parte, los profesionales de la salud deberán estar dispuestos -a través de los sistemas pertinentes- a planificar acciones inherentes a su especialidad y velar por la salud de la población en función de los programas relacionados con la medicina preventiva.

El acceso a una fuente de agua segura para uso doméstico es una prioridad en todos los países y para todas las personas. Los estudios indican que un mayor acceso al agua potable puede contribuir a las mejoras de la salud y a la esperanza de vida.

En el área de la salud, todo aquel recurso con presencia de contaminantes naturales que superen los límites permisibles de calidad será considerado riesgoso por sus consecuencias en el consumo humano. A pesar de los costos invertidos para cumplir este objetivo, casi el 20 % de la población mundial no tiene acceso a una fuente de agua de buena calidad.

Riesgo sanitario

La contaminación del agua puede ser de origen microbiano, hecho que acarrea importante morbimortalidad, especialmente por enfermedades gastrointestinales, o químicas. Esta última está representada fundamentalmente por el arsénico, cuyos niveles elevados en el agua afectan a millones de personas en todo el mundo y constituyen una verdadera amenaza para su salud.

La intoxicación aguda por arsénico es conocida desde hace miles de años, pero a medida que se desarrollaron medios para medir dicho compuesto en bajas concentraciones, se relacionó su ingesta en forma prolongada con enfermedades que se desarrollan en el curso de 5 a 30 años de exposición. La tecnología requerida para garantizar la seguridad del agua es costosa y difícil de implementar. Por este motivo, la población rural de bajo nivel socioeconómico es la más afectada por el problema.

Mediante el uso de estas aguas contaminadas para beber, cocinar y para la agricultura y ganadería, el arsénico actúa como un tóxico de acción lenta que se acumula en el organismo.

Eventualmente, puede llegar a producir alteraciones en la salud que en su conjunto se denominan arsenicosis. Ésta se manifiesta después de muchos años de exposición. En nuestro país se denominó a estas alteraciones en salud producidas por el arsénico en el agua: hidroarsenicismo crónico regional endémico (Hacre), debido a que afecta a las personas que viven en el área donde la contaminación es alta y beben el agua en forma prolongada por muchos años.

El arsénico se acumula en el organismo lentamente durante muchos años y produce alteraciones en la piel y en algunos casos, formación de lesiones malignas cutáneas y en órganos internos. No todas las personas que beben esta agua adquieren la enfermedad pero no se conoce cuál es el factor que predispone a contraerla.

El tratamiento es la prevención, evitando la progresión de la enfermedad y la aparición de nuevos casos. Este concepto es muy importante ya que no se pueden revertir las alteraciones producidas por el arsénico en el organismo. Por lo tanto, el trabajo debe concentrarse en la población expuesta y no en la población enferma. El control del agua es la llave para la erradicación del Hacre.

El proceso

El arsénico es un elemento ubicuo que se encuentra en la atmósfera, suelos y rocas, aguas naturales y organismos. Se moviliza en el medio ambiente a través de una combinación de procesos naturales climáticos, hidrológicos y geológicos, así como también actividades biológicas y antropogénicas.

La mayoría de los problemas de contaminación arsenical derivan de eventos naturales, pero el hombre también produce un importante impacto a través de actividades como la minería, combustión de recursos energéticos fósiles, uso de pesticidas y herbicidas derivados del arsénico y por su uso como aditivo alimentario en la industria avícola.

De todos los reservorios ambientales de arsénico, el agua bebible representa el mayor riesgo para la salud. Ésta puede extraerse de distintas fuentes según la disponibilidad del área: superficial (ríos, lagos, reservorios y estanques), subterránea (acuíferos) y agua de lluvia. Por regla general, las altas concentraciones de arsénico se encuentran en los acuíferos subterráneos.

En 1993, la Organización Mundial de la Salud (OMS) redujo el límite de arsénico aceptable en el agua bebible de 0,05mg/l a 0.01mg/l, y el Código Alimentario Argentino consideró válido al primer valor como límite para evaluar la seguridad del agua, hasta junio de 2007.

Actualmente el valor establecido es de 0,01 mg/l. Sin embargo, en la mayoría de los países con contaminación arsenical, incluido el nuestro, aún no se ha logrado alcanzarlo por lo cual el objetivo está lejos de ser cumplido.

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