martes, 6 de mayo de 2008

Los amigos de Gustavo Cochet

Pueden verse obras de de figuras paradigmáticas del siglo XX, desde el catalán Pere Daura hasta rosarinos del grupo Litoral como Gambartes, Grela y Uriarte. Constituye otra mirada sobre una personalidad que vivió de acuerdo a sus convicciones. MUESTRA DE LA RICA COLECCION DEL ARTISTA EN SU CASA DE FUNES.

Retrato de Cochet en un óleo Julio Vanzo (1967)

Por Sabina Florio (*)

Desde el domingo 20 de abril se puede visitar en el Museo Gustavo Cochet (Pedro Ríos y Cochet, Funes) la exposición Los amigos de Cochet. Curada por María Eugenia Prece y Silvia Cochet, estará abierta al público hasta el 30 de julio. Allí se podrá apreciar la valiosa colección de obras de arte del pintor y grabador rosarino compuesta por piezas de artistas paradigmáticos del siglo XX. La existencia de la colección revela los vínculos de reciprocidad que mantuvo Gustavo Cochet (1894/1979) con sus artistas amigos a lo largo de toda su vida.

Cochet se sentía ciudadano de tres naciones: Argentina, Francia (país de origen de su padre) y España (su primer destino europeo). Simpatizante anarquista, abogó siempre por "la conquista de la libertad y el amor mutuo entre los seres humanos" (Cochet, 1937). Comenzó su formación plástica en 1912 en Rosario con César Caggiano, a los veinte años viajó a Buenos Aires donde frecuentó a Thibón de Libian y Walter de Navazio, al igual que su compañero y amigo Herminio Blotta ?cuya obra figura en la colección de Cochet?. En 1915 se trasladó a España para completar sus estudios. En Barcelona encontró un ambiente cultural en ebullición, comenzó a trabajar en la Galería Dalmau, espacio frecuentado por Picasso, Joaquín Torres García, Nonell y Miró. Allí, en 1919, realizó su primera exposición individual. Al mismo tiempo, su entrañable amigo Pere Daura lo inició en el oficio del grabado (en la colección consta una impactante pieza del catalán).

Según Cochet: "En Barcelona me hice al trabajo, al sentido artesanal del oficio" (Cochet, 1932). También conoció a Francisca Alfonso su modelo, esposa y "ángel tutelar".

En 1921 se trasladó a París donde conoció a Joaquín Torres García, quien lo interiorizó de sus indagaciones estéticas en torno al constructivismo. Ambos sostuvieron un estrecho vínculo a través de distintas vías: trabajo conjunto, diálogos y cartas. En la publicación Historia de mi vida el artista uruguayo incluye al rosarino entre sus amigos y dentro de una de las etapas "más felices de su vida" debido a que por entonces: "el visitarse unos a otros era continuo, ver obras, consultarse cosas, ensayar" (Torres García, 1940). Sobre la obra de Cochet sostuvo que abordaba "aspectos de suburbio, muelles, fábricas, obreros, gentes del pueblo y del trabajo", temas "que piden para ser representados un arte viril como el de Cochet" (Torres García, 1930). En 1928 regresó a Rosario por seis meses y en 1931 prolongó su estadía por tres años. Compartió una casa con Minturn Zerva y frecuentó a sus compañeros Berlengieri, Bikandi, Guido, Musto y Schiavoni. Por entonces, en la ciudad "distintas modalidades plásticas comenzaban a delinearse con claridad" (Armando, 2003): el americanismo de impronta andina de Alfredo Guido, la figuración de nuevo cuño de Augusto Schiavoni, las figuras monumentales y constructivas de Cochet, las aproximaciones tempranas al vocabulario de la vanguardia histórica de Julio Vanzo, el sintetismo formal de Lucio Fontana y la singular asimilación del cromatismo impresionista conjugado con procedimientos derivados del posimpresionismo y del simbolismo, característicos de Manuel Musto. Conforman la colección de Cochet obras de Guido, Musto, Vanzo y Minturn Zerva. En 1932 publicó su libro Diario de un pintor, presentó una exposición individual y realizó una reseña extraordinaria de la exposición de su amigo Schiavoni en el periódico La Tierra. Emilio Pettoruti compartió con Cochet el compromiso militante por la difusión pública del arte contemporáneo local y la pasión por la obra de Schiavoni, una pintura muy bella del artista platense figura en la colección de Cochet.

La década del treinta estuvo signada por el recrudecimiento de la lucha ideológica: fascismo, nazismo, comunismo, socialismo, anarquismo y liberalismo medían fuerzas. Por entonces se produjo un proceso de politización creciente de la cultura a escala mundial. Artistas, intelectuales y escritores comprometidos con su época conformaron frentes populares para enfrentar al fascismo. En 1934, Cochet regresó a Barcelona y se integró a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), perteneciente a la Federación Anarquista Ibérica (FAI). Realizó ilustraciones para los periódicos Tiempos Nuevos y Tierra y Libertad y escribió artículos sobre arte. Participó del salvataje de obras de arte realizado por la Federación de Artistas Independientes de la C.N.T con la convicción de que "las obras salvadas en la revolución que antes adornaban las casas de los banqueros y comerciantes, deberán en el futuro adornar las casas y locales de los sindicatos o los ateneos donde se reúnan los trabajadores" (Cochet, 1937).

Entre 1936 y 1938 realizó su serie de 22 aguafuertes sobre los horrores de la guerra denominada Caprichos, retomando la tradición inaugurada por Callot y cultivada por Goya. En 1939, una vez derrotada la República, debió emigrar para preservar su vida, al igual que sus compañeros y amigos.
Entre 1941 y 1946, Cochet residió en la ciudad de Santa Fe. Se dedicó con intensidad a la producción y escribió sus libros El grabado, historia y técnica y Entre el llano y la sierra. También dictó clases en la Escuela Provincial de Artes Plásticas, creada en 1940. Por entonces, en la capital de la provincia confluyeron creadores de distintas procedencias, quienes generaron una dinámica enriquecedora en su vida cultural. Obras de sus colegas y amigos Sergi y Zapata Gollán forman parte de su colección.

En 1947 regresó a Rosario y fijó su residencia en Funes, allí construyó su casa, taller a imagen y semejanza de su arte. En 1950, en Rosario se fundó el emblemático Grupo Litoral conformado, entre otros, por Leónidas Gambartes, Juan Grela, Carlos Uriarte, Francisco García Carrera y Santiago Minturn Zerva. En la colección de Cochet figura una preciosa obra de Grela (imbuída de las lecciones del universalismo constructivo de Torres García), un inquietante retrato americanista de Gambartes y un sintético y sutil paisaje del litoral de Uriarte.

La década del '60 fue un momento de "visiones y revisiones de la modernidad" (Berman, 1989). Por entonces Grela junto a su esposa Aid Herrera se dedicaron a "tratar de desenterrar" el arte de Rosario de la primera mitad del siglo XX. Muchos de sus discípulos reconocieron en la figura de Gustavo Cochet a un maestro, así Mele Bruniard, Eduardo Serón, Emilio Ghilioni y Rodolfo Elizalde, entre otros, comenzaron a frecuentarlo con asiduidad en su casa de Funes. Obras de todos ellos pertenecen a su colección.

La muestra Los amigos de Cochet nos brinda la posibilidad de acercarnos con una mirada nueva a un artista que vivió su vida de acuerdo a sus convicciones, que sostuvo con su prédica y con su práctica la postulación de que "es con nuestro ejemplo cotidiano que hemos de proclamar nuestras ideas" (Cochet, 1937).

* Sabina Florio es Profesora Adjunta de la asignatura Problemática del
arte latinoamericano del siglo XX, de la Escuela de Bellas Artes de la UNR.

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