miércoles, 8 de julio de 2009

Son esas pequeñas cosas…


Últimamente reflexiono bastante acerca de ciertas actitudes presentes en la gran mayoría de las personas con las que interactúo casi a diario -e inclusive en algunas conductas propias-, que encuentro cada vez más difíciles de explicar.

Me estoy refiriendo a una especie de estado de “inconsciencia colectiva” (o de “semi consciencia colectiva” podría decirse), según el cual no sólo no logramos entender completamente los efectos de muchos de nuestros comportamientos –por más pequeños que sean- sino que además demostramos una gran incapacidad para dimensionar fenómenos de mayor complejidad, que nos afectan a nivel de conjunto social.

Para poder graficarlo mejor, sirva de ejemplo el tema Cambio Climático. Por un lado, disponemos (¡cada vez más!) de contundente información, evidencias científicas y papers que nos advierten sobre los efectos de este fenómeno ambiental (consecuencia directa de la irresponsabilidad de la especie humana en el uso de los recursos naturales para sostener sus actuales modos de producción y consumo). Pese a ello, la mayoría de la población mundial permanece en un estado semi-consciente y paralizante, sin siquiera proponerse cambiar algunas de sus conductas para modificar la situación global.

Es como si no lográsemos asociar la injerencia de nuestras pequeñas conductas cotidianas sobre fenómenos más abarcativos, que afectan a muchísimas otras personas. Esta disociación entre “realidad individual” y “realidad colectiva” es al menos preocupante: impide comprender que la solución a estos problemas (el calentamiento global, por caso) reside indefectiblemente en esos pequeños cambios individuales, familiares.

Ciertamente, no podemos dejar nuestro destino librado a la aparición de un iluminado o salvador que nos ayude a entender la realidad, organizarnos, y adoptar conductas más responsables con el ambiente y con la sociedad. Sin embargo, con sus actitudes mucha gente pareciera dejar traslucir que todavía espera a ese “alguien” señalándole cómo hacerlo.

Por eso la Campaña EPA! – Mirá qué fácil es ahorrar, que venimos impulsando desde el Instituto con el apoyo de 37 empresas, apunta esencialmente a generar la reflexión sobre nuestras realidades y conductas individuales. Puede parecer que somos insistentes hasta el hartazgo con este tema, pero el presente de nuestro planeta Tierra demuestra que nunca es suficiente cuando de prevenir y de concientizar se trata.

Por eso, propongo que todos aquellos que hayan sido mínimamente impactados o influenciados por este artículo, asuman un mínimo compromiso: el de ingresar a
www.miraquefacilesahorrar.com. Desde allí pueden reenviar consejos sobre cuidado de la Energía (E), Papel (P) y Agua (A) a un grupo de hasta 5 amigos. Basta con clickear sobre las grandes letras EPA, a la izquierda de la pantalla, para que aparezcan sobre la derecha los consejos propios de cada área de actuación. El botón “Enviá este consejo a un amigo” abrirá la opción del reenvío a varias casillas de mail.

Puede parecer una acción insignificante frente a la gravedad de la problemática ambiental, pero insisto en que “son esas pequeñas cosas” (parafraseando a Joan Manuel Serrat) las que encenderán la mecha de un cambio a gran escala. Como señala el teólogo brasilero Leonardo Boff: “Cuando amamos, cuidamos; y cuando cuidamos amamos (…) El cuidado constituye la categoría central del nuevo paradigma de civilización que trata de emerger en todo el mundo (…) El cuidado asume una doble función de prevención de daños futuros y regeneración de daños pasados”.

Alejandro Roca
Director Área Comunicaciones
IARSE
aroca@iarse.orgwww.iarse.org

No hay comentarios:

Snap Shots

Get Free Shots from Snap.com